lunes, 4 de noviembre de 2013

Capítulo V

-Es hora de que te lleve a casa.
Me dijo sonriente y calmado. Llevábamos horas hablando, hablamos de tantas cosas... Hacía tanto tiempo que nadie se molestaba en escucharme o en entenderme. Se puso de pie. Llevamos las tazas vacías a la cocina, cogimos los cascos y salimos a fuera. Ya era de día.
-¿Qué hora es?
Le pregunté algo extrañada. Él saco el móvil para mirarlo.
-Las 14:00.
Dijo algo extrañado. 
-Joder que rápido se me ha pasado la noche.
Dije entre risas.
-Y ami.
Dijo sonriendo.
-Pf si es que ya es la hora de comer.
Dije con voz cansada y esperando algo como "¿Te quieres quedar a comer?", pero parece que he perdido un poco de practica en eso de las indirectas.
-Tus padres deben de estar muy preocupados.
Me dijo cambiando de tema. Eso me enfadó.
-Ya están acostumbrados.
Le dije muy seria.
-Lo siento, se me había olvidado que eres una rebelde que nunca duerme en casa.
Me golpeó el hombro en plan "colega", eso me causó inseguridad, demasiada inseguridad. No se si estaba preparada para entender la broma que intentaba gastarme o si simplemente lo decía por rellenar el silencio. Después de una noche tan perfecta... ¿Qué le estaba pasando?
-Venga vámonos, me muero de hambre, será mejor que me dejes en casa ya.
Le dije para intentar demostrar indiferencia. Le di la espalda y fui caminando hacia la moto.
-Eh, venga, no te habrás enfadado, ¿no?
Me abrazó lentamente por detrás. Sus manos rozaron mis caderas y me sujetaron para que no siguiera caminando. Me sonrojé casi instantáneamente. 
-Lo siento.
Me susurró al oído muy muy bajito.
-Es que ha sido verte reír y te prometo que no se que me ha pasado, me he vuelto tonto de repente o algo, de verdad que perdón, no se porque te he dicho eso, enserio, ahora me siento imbécil...
Me siguió diciendo entre susurros. Poco a poco fui girando, hasta tener su cara justo enfrente de la mía. Me miro a los ojos fijamente.
-Tienes unos ojos preciosos.
Me dijo. Yo, por supuesto, sonreír como una tonta. Un chico con unos ojazos azules diciéndome que mis ojos son bonitos, "increíble", pensé.
-Gracias.
Me atreví a decir tontamente. De repente vi como su cara poco a poco se acercaba a la mía. ¿Iba a besarme? Me asusté, no estaba preparada para aquello. De repente noté sus labios en mi mejilla.
-Gracias por esta gran noche, pero es hora de irnos.
Me dijo, me soltó y subió a la moto. Yo fui detrás suya como una bala, pero todavía seguía en shock. Arrancó el motor y nos fuimos de allí. Durante el camino no podía parar de pensar en ese beso, insignificante para él pero demasiado para mi. Hacía demasiado tiempo que nadie me besaba. Que vale, que sí, que tan solo fue un beso en la mejilla, pero eso no era lo que me preocupaba. Lo que me preocupaba era la necesidad que había sentido al notar sus labios acercándose a mi. La necesitad de que ese beso se hubiera perdido entre mis labios y no en mi mejilla. ¿Qué me estaba pasando?



No hay comentarios:

Publicar un comentario