martes, 17 de diciembre de 2013

Capítulo VIII

No había nadie allí. Solos yo y mi infinito dolor. El frío rodeo mi cuerpo tendido sobre la hierba húmeda. Boca arriba observé el cielo, las estrellas. De repente vi algo caer del cielo, parecía una estrella fugaz. Cerré los ojos con fuerza y pedí un deseo.
*Tráele de vuelta*
Cuando abrí los ojos, seguía sola. No se que esperaba, no se si realmente creía que iba a estar ahí, que estúpida era creyendo que pidiéndole un deseo a una estrella fugaz él iba a volver, se iba a dar media vuelta e iba a regresar aquí a pedirme perdón, ha disculparse o simplemente a charlar. Me reí con frialdad y mantuve la conversación más fría que jamás había tenido conmigo misma.
-Eres idiota, ¿de verdad creías que iba a volver? Te ha dicho que le das igual.
-Lose...
-Te ha dejado sola, ¿que coño te queda ahora?
-Tienes razón...
-No tienes a nadie, no hay nadie ahí para escucharte, para ayudarte, para quererte. Estas sola, estas jodidamente sola...
-Ya lo se...
-Alex ya no te quiere, habrá conocido a otra en ese lugar, ¿para que te quiere a ti si ni si quiera puede besarte? Seguro que te sustituyó hace mucho.
-Puede ser...
-No le importas, no le importa que llores, no le importa que te sangre la mano, no le importa que sufras, no le importas una mierda.
-Eso es verdad...
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Dime...
-¿Que haces todavía aquí? Desde el accidente te has estado castigando, has estado sufriendo un dolor que eras incapaz de ver. ¿Y todo eso por que? ¿Por un chico que te acaba de decir que le das igual? Eres patética. Lo has perdido todo, tus amigos, tu familia y ahora, la única persona que todavía parecía quererte te ha llamado cría en toda la cara, te ha insultado y luego se ha ido, para siempre.
-Lose joder...
-Estas sola. Podrida por dentro. Muerta por dentro. No eres tú. No eres esa chica de hace unos meses. Has cambiado, lo has perdido todo, eres la mierda que nadie quiere. No tienes a donde ir ni con quien hablar. Acaba ya con todo esto, le harías la vida más fácil a muchas personas.
-Tienes razón, no se ni por qué existo, todo sería más fácil si desapareciera joder.
Las lágrimas bañaban toda mi cara. El dolor recorría todo mi cuerpo, un dolor que no podía ver, un dolor que necesitaba saber que era real, un dolor que necesitaba ver con mis propios ojos para entenderlo. Entonces note un bulto en la suela de mis zapatillas, era un trozo de cristal del vaso que se había quedado clavado. Lo arranqué con fuerza. Apreté el puño izquierdo y sujete el cristal con fuerza con la mano derecha. No temblé ni por un segundo. Noté como el afilado cristal poco a poco rozaba mi muñeca. Como poco a poco se introducía en ella dejando salir toda la sangre, todo el dolor. Todo parecía estar en su sitio ahora. Ahora podía entender mi sufrimiento. Por una vez el dolor era lo suficientemente real como para ser creíble. La sangre empezó a caer por mi brazo bañando la hierba verde. De repente todo empezó a nublarse. Empecé a temblar. Dejé caer el fino cristal, el cual se perdió entre la hierba. Me puse de pie como pude y caminé hacia donde la otra vez Adrian había aparcado la moto. En lo más profundo de mi necesitaba que él estuviera allí. Pero por otra parte lo último que necesitaba era verle, sabía que iba a odiarme como Alex, lo tenía asumido, ¿quien iba a querer a alguien como yo? Nadie. Después de autoconvencerme de lo muy sola que estaba no necesitaba nada mas. Caminé con la vista borrosa, cada vez que parpadeaba todo parecía más bonito, así que poco a poco fui cerrando los ojos. Poco a poco fui dejando que mis venas se vaciaran, que mi alma se llenara de soledad. Poco a poco fui deshaciéndome, convirtiéndome en nada. Cerré los ojos, no quería ver más esa oscura realidad. Se que caí, se que me golpeé contra el suelo muy fuerte. Pero también se que ha nadie le importó, que nadie estuvo allí para ver lo que parecía mi final. Ni una voz, ni una mano que me ayudara a levantarme, ni un abrazo que me dijera que todo iba a ir bien. Nada. Pero en el fondo me dio igual. Ya tenía asumido que estaba sola, por eso preferí apartarme. Por eso preferí dejar de ser un problema para todo el mundo. Ya no habría más niña loca o sin amigos. Ya no habría más hija con problemas. Ya no habría más nada. Ya no habría más Alicia. Mientras mis ojos ya no veían y mi saliva se secaba para siempre, mientras intentaba respirar hondo por última vez, mi seca voz, entre susurros intento decir algo.
-Ayuda.
¿Qué? No me entendí. No entendía porque después de tener el valor de ponerle fin a mi historia, me arrepentía. Pero ya era tarde, ya me daba igual, lo hecho hecho está. Solté todo el aire que tenía dentro y decidí no respirar más. Note como poco a poco todos mis órganos se paralizaban. Note como poco a poco todos mis sueños se esfumaban. Dicen que antes de morir ves tu vida proyectada en imágenes que pasan muy rápido. Pero yo no vi nada, yo solo vi oscuridad, supongo que estaría demasiado contaminada como para ver algo claro. Y se acabó, pero no me importó, ya vería alguien el rastro de sangre que llevaba hasta mi cuerpo tendido en medio de la noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario